Nunca antes me había humillado ante alguien. Esa noche te rogué
y rogué que no me dejes. Lloré tanto por
tí que volvieron mis vicios reclamándome. Esa noche fue cuando te perdí. Esa noche
fue cuando me perdiste en el abismo de tu egoísmo disfrazado de progreso. El dinero
es un mejor amante que yo. El dinero te dará todo lo que yo nunca te podré dar.
Y poco a poco sentí tu frío amor, tu ausencia tan presente cada día. Eres quien
me quitó lo mejor de mí. A cambio me dejas, humillada y herida, sola
eternamente sometida a mis adicciones. Adicciones que dejé por ser la persona
que querías. Esa mujer que nunca quise ser. Humillada. Ahora te miro desde un
lugar de donde no podré salir nunca más, tú me lanzaste y me obligaste a perder
la consciencia. Perder la vida en un mar de soledad, miedo y tristeza. Tristeza
tan profunda que vivía calladamente y se apropiaba de mí cada vez que te veía o
que no estabas aquí. Porque en realidad nunca estuviste aquí. Nunca fuiste
completamente mío, por tu obsesión con tu propia perfección. Ahora te escribo
vacía, eternamente vacía. Te juré que estaba loca y tú sólo te divertías. Nunca
antes me había humillado ante alguien. Nunca más podré volver a ti. Me perdiste
y te perdí desde el momento en el que te conocí.
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